En la columna del pasado 22 de julio en La Union de Morelos comentamos sobre las diferentes vías que en la práctica existen para llegar a una magistratura del Tribunal Superior de Justicia, y cómo se ha ido modificando con el paso del tiempo. En resumen, decíamos que puede arribar a través de la carrera judicial, por el impulso de un partido político, o mediante el pago de dádivas a diputados.
Decíamos que hasta antes del año 2000 para ser magistrado era requisito ser priísta, que era de lo más natural que un abogado que se le veía en las campañas del candidato priísta, posteriormente se le viera como juez o como magistrado. No había de otra.
Eran los tiempos en que la división de poderes era una inalcanzable utopía. El gobernador en turno hacía y deshacía en el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Las magistraturas eran “conquistas alcanzadas en campaña” y no se tomaba en cuenta ningún otro mérito que no fuera la cercanía con el gobernador.
Con la llegada de la “alternancia en el poder” -a partir de 1997 en Morelos y el 2000 a nivel nacional- cambió el mecanismo de selección, y ahora los lugares vacantes en las magistraturas eran repartidos entre los partidos políticos con mayor representación en el Congreso Local.
Así fue como llegaron al poder judicial magistrados identificados con el Partido Acción Nacional y uno que otro del Partido de la Revolución Democrática. (Aprovecho para una fe de erratas: quien sustituyó a Jesús Bello Espíritu en la presidencia del TSJ fue Jorge Arturo García Rubí y no Jesús Vallejo, como lo escribí).
En los últimos años todo se descompuso y ya no era el gobernador ni los partidos políticos los que ponían a los magistrados, sino el poder económico. Diputados le pusieron precio a las magistraturas. Es algo que no se puede probar porque una de las características de los “moches” es que no se acostumbra que te firmen de recibido.
El hecho es que hay -hasta el momento- cuatro lugares vacíos en el Tribunal Superior de Justicia y dos más en el Tribunal de Justicia Administrativa, o al menos eso dice la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y que es cuestión de días para que el Congreso del Estado emita la convocatoria correspondiente.
Los requisitos que exige la Constitución son:
I.- Ser Ciudadano Mexicano por nacimiento, de preferencia morelense, y estar en pleno ejercicio de sus derechos políticos y civiles: II.- Haber residido en el Estado durante los últimos diez años, salvo el caso de ausencia por un tiempo máximo de seis meses, motivado por el desempeño del Servicio Público; III.- Poseer al momento de su designación, con antigüedad mínima de cinco años, Título de Licenciado en Derecho, expedido por la Autoridad o Institución legalmente facultada para ello: IV.- No tener más de sesenta y cinco años de edad, ni menos de treinta y cinco, el día de la designación; V.- Tener cinco años de ejercicio profesional por lo menos, o tres si se ha dedicado a la Judicatura.
Lo anterior significa que habrá como dos mil licenciados en derecho que cumplen con los requisitos.
Sin embargo, una disposición reciente establece que “los nombramientos de los Magistrados deberán recaer preferentemente entre aquéllas personas que hayan servido con eficiencia, capacidad y probidad en la impartición de justicia o que se hayan distinguido por su honorabilidad, competencia y antecedentes profesionales en el ejercicio de la actividad jurídica, plenamente acreditados, observando el principio de paridad de género en las designaciones”.
Lo anterior nos permite arribar a la conclusión de que por lo menos dos de las magistraturas deberán ser ocupadas por mujeres, y que una de ellas tiene que ser juez. Eso reduce la lista a una lista de 20 aspirantes que actualmente trabajan en el Poder Judicial.
La lista, en nuestra opinión, la encabezan las jueces (o juezas para las feministas), Rosenda Mireya Díaz Cerón, María Luisa Sánchez Osorio y Nancy Aguilar Tovar.
La primera es actualmente la presidente de la Asociación de Jueces del estado de Morelos; la segunda también es juzgadora pero actualmente tiene un permiso para “atender el changarro (una Notaría) de su esposo, el fiscal Uriel Carmona. Nancy es famosa en Youtube por su destreza en las audiencias orales aunque algunos la consideran demasiado protagonista.
También, aunque no es juez pero sí integrante del Poder Judicial, la actual directora del departamento de orientación familiar, Bertha Paredes Noyola, quien además podría ser impulsada por una de las dos barras de abogados.
La lista de jueces varones la encabeza (otra vez), Alejandro Hernández Arjona, quien tendría su tercera oportunidad y Antonio Pérez Ascencio, quien tiene cierta cercanía con los partidos de izquierda.
Un ex subprocurador de Delincuencia Organizada en la otrora Procuraduría de Justicia, Ricardo Tapia Vega (doctor en Derecho), también anda haciendo su lucha y tiene posibilidades.
Más con “mala leche” que con buenas intenciones, andan divulgando que la diputada Alejandra Flores estaría impulsando a su actual pareja, Omar Barrera, quien quizás reúna los requisitos (actualmente es director de Investigaciones Legislativas del Congreso Local) pero se vería atacado por “la maldición de Hortencia”, aquella diputada que nunca pudo hacer que su esposo fuera magistrado, y que el estigma alcanzó hasta a su cuñada, que tampoco pudo llegar a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos, ambos connotados juristas.
¿Se acuerdan del maestro José de Jesús Guízar Nájera? Fue consejero jurídico del gobierno municipal de Cuauhtémoc Blanco del que se ganó su confianza, tanto que se lo llevó como subsecretario de la Secretaría de Gobierno después de ganar las elecciones del 2018. Su cercanía con el jefe del Ejecutivo, así como su preparación académica, lo hace “candidato natural” a ocupar una magistratura, aunque falta ver lo que diga el secretario de Gobierno, Pablo Ojeda.
¿Y las asociaciones de abogados no van a mandar a sus candidatos? Por supuesto que sí, ya verán ustedes que todos los dirigentes se van a anotar en la lista de aspirantes.
En las próximas entregas, iremos “barajando” más nombres de posibles magistrados y magistradas.