La ciudad de la eterna primavera ha sido elegida como su residencia por los más disímbolos personajes del mundo, entre ellos científicos, artistas y políticos. Uno de los más destacados intelectuales que tuvo a bien venirse a vivir a Cuernavaca fue Ricardo Guerra Tejeda, dos veces director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y ex embajador de México en Alemania.
A Ricardo Guerra lo trató muy bien el entonces gobernador Antonio Riva Palacio López. Durante su sexenio lo puso al frente del Instituto de Cultura, y le creó –casi exprofeso- el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM), del cual fue director general hasta su fallecimiento el 30 de mayo de 2007.
A partir de entonces, ese centro de estudios se ha movido a capricho de los gobiernos en turno, tomando en cuenta que en el 2000 comenzó a gobernar el PAN hasta el 2012 cuando llegó el PRD con Graco Ramírez y antes de irse le cambió el nombre a El Colegio de Morelos, sin ningún motivo de peso.
Cada gobierno le ha puesto su particular estilo a este centro del saber. Por ejemplo, los panistas le pusieron su “toque” de ultraderecha, lo que provocó que el ala izquierda de alumnos y docentes pusieran “el grito en el cielo”.
En marzo de 2009, Octavio Rodríguez Araujo escribió una columna en La Jornada que tituló “la reconversión panista del CIDHEM”, en la que acusaba al gobierno de Marco Adame de estar entregando la institución al Yunque, es decir, a la ultraderecha.
“La dirección del centro se la dio el gobernador a un egresado de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP, fundada por El Yunque), que realizó sus estudios de doctorado en el Ateneo Filosófico de México (una filial del Opus Dei). Su currículum oficial señala que tiene dos libros (el segundo de ellos lo leí en Internet y es una alabanza a Vicente Fox titulado México, la transición de la esperanza; 2002), y que fue fundador de la revista Atenas y Roma, de la UPAEP”, se quejaba.
Con la llegada de Graco Ramírez (que se suponía era de izquierda), la situación se compuso, pues puso como director a Luis Tamayo Pérez, antiguo discípulo de Guerra y heredero natural de la idea filosófica y humanista de lo que fue el CIDHEM por más de veinte años, después de que Octavio Rodríguez Araujo no quisiera tomar las riendas del nuevo Colegio.
A Luis Tamayo le tomó dos años echar a andar el Colegio, una vez finiquitado el CIDHEM, finalmente inició su camino como rector y trastabilló muy pronto, olvidándose de las humanidades y queriendo imponer materias de ciencia y complejidad como ejes de la nueva institución, que dio una callada continuidad a los alumnos del CIDHEM en su camino por la Historia, Filosofía, Literatura, Ciencias Políticas e Historia del Arte, como si el CIDHEM siguiera existiendo pero a la sombra de físicos y matemáticos que buscaban imponer su visión compleja del mundo por sobre todas las cosas.
En 2018 llegó el relevo con porras y fanfarrias, el conocido catedrático Juan de Dios González Ibarra, con su séquito de abogados y politólogos de la UAEM, tomó la maltrecha silla dejada por Tamayo y por directores anteriores del CIDHEM (Lourdes Álvarez Icaza, Natalí Sánchez, Jesús Araiza y su lucha por no irse, Jorge Morales Barud, Juan de Dios Andrade y el mismo Ricardo Guerra) y juró regresar las humanidades y devolverle al Colegio la gloria académica que alguna vez tuvo el CIDHEM, además de llevar hacia el futuro a la joven institución bajo una rectoría plural, moderna y eficiente.
Las desgracias en El Colegio de Morelos fueron inmediatas, un rector sin rumbo y sin plan a futuro tomó las riendas de una maltrecha institución y comenzó a despedazarla: bajar el sueldo a todos los profesores y dejar ir a eminencias como Pérez Montfort, Pablo Escalante, Eliana Albala, Elsa Cross, Gloria Villegas y Antonio García de León, entre otros, para suplirlos con la marca de la casa: abogados y abogadas, politólogos de poca experiencia y una convocatoria amañada para poner como maestros de tiempo completo a ex alumnos y gente allegada al rector.
Comenzó el éxodo de alumnos y a la vez el poder se le subió a la cabeza a un Juan de Dios senil y con pocos aliados: a los pocos meses dejó ir a Ricardo Tapia, su secretario general, para poner en su lugar a Felipe Balcázar, a quien los alumnos rechazaron.
En 28 meses el conteo de despidos incluye: cinco secretarios generales (la más reciente Miguelina García Bustos, una de las pensiones doradas dejadas por Graco Ramírez antes de irse al exilio); 5 coordinadores de docencia (todos ellos cercanos al rector en su momento pero que renunciaron o fueron despedidos por diferencias de ideas); cinco coordinadores de administración (una de ellas con una demanda ante Derechos Humanos por violación a sus derechos y sexismo); diversos profesores investigadores que han sido despedidos por no cumplir con la cuota de pleitesía al rector ni ser parte de su círculo cercano; alrededor de 40 administrativos de distintos niveles que han «renunciado» o han sido despedidos por mero capricho de Juan de Dios, incluidos sus colaboradores más cercanos .
Recientemente llegó a la presidencia de la República y al Gobierno del estado, una misiva firmada por la sedicente “primera asociación de Estudiantes de El Colegio de Morelos”, en la que piden la inmediata salida de su rector.
“Juan de Dios presume a diario ser compadre de Olga Cordero, secretaria de gobernación del país, y por tanto intocable, como se lo ha hecho saber a alumnos y maestros y cuya principal protección consistió en deshacer la Junta de Gobierno anterior para dejar una hecha a su medida: ex alumnos y ex colaboradores que le aprueban todo lo que hace sin chistar; una acumulación de demandas en contra que ha hecho crecer el departamento legal del Colegio hasta tener su buffet interno para atacar las constantes y continuas demandas que se siguen acumulando, pero que se sacude, al igual que las recomendaciones de Derechos Humanos, como si fuera pelusa mientras la 4T lo cobija desde los cielos”, dice la carta que también fue enviada a varios medios de comunicación.
El escrito (redactado anónimamente pero con sintaxis impecable), dice que la situación actual de El Colegio de Morelos es insostenible: “un rector en pleno delirio que destroza los planes y proyectos académicos, que ha perdido la confianza de la planta de profesores, del alumnado y de los trabajadores administrativos, cuya administración de recursos roza en la locura por el increíble desperdicio de los mismos, los múltiples despidos y las constantes contrataciones de personal por honorarios en contra de los decretos de austeridad estatales y federales, así como del propio Colegio. Una plataforma de educación en línea inservible cuyo dispendio ha sido de miles de pesos a gente y empresas cercanas al rector. Planes académicos destrozados por la poca contratación de profesores de calidad, y que tienen que dar de 5 a 8 clases por semestre, lo que lleva a un absurdo y poco eficiente seguimiento de alumnos y planes académicos”.
Estaremos atentos a lo que ocurra en esta institución que ha servido para el mejoramiento académico de mucha gente (por cierto, nada barato), y también para que algunos ex funcionarios de gobierno puedan presumir de una maestría o doctorado.
HASTA MAÑANA.