La personalidad del «nuevo presidente» del IMIPE

Jesús Castillo

Marco Antonio Alvear Sánchez es un hombre académicamente preparado, pero sin el tacto y la prudencia que debe caracterizar a un servidor público. Es el virtual presidente del Instituto Morelense de Información Pública y Estadística (IMIPE) dado que a la actual titular le quedan dos meses en el cargo y difícilmente en ese tiempo el Congreso local hará las designaciones de los otros dos comisionados.

Por lo tanto, se espera que antes de concluir su periodo, Dora Ivonne Rosales Sotelo convoque a Pleno Extraordinario para elegir nuevo presidente, y que el doctor Roberto Yáñez Vázquez vote por el maestro en Derecho al que prácticamente le debe el puesto, ya que él se encargó de los dos amparos.

En teoría, el Pleno del IMIPE se conforma por cinco miembros, pero durante los últimos meses y por diferentes circunstancias la única que quedó fue Dora Ivonne, en lo que pasará a la historia como “el Reinado de Dora Ivonne”.

Y entonces (como ya sabemos que el Congreso es más lento que una tortuga) terminará el periodo “unitario” y comenzará el “binario”, con Marco Antonio a la cabeza y el doctor Vázquez como su contlapache, y así hasta que los diputados se dignen a nombrar a los otros tres comisionados o reformen la Constitución para dejarlo en tres, como estaba originalmente.

De cualquier manera, no parece haber nada que pueda impedir a Alvear Sánchez ser el presidente del IMIPE por los siguientes dos años. Y aunque no nos envió su currículum vitae y tampoco aparece todavía en la página del Instituto, encontramos que fue profesor en el programa de Maestría en Derecho Constitucional de la División de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México que se imparte en el Senado de la Republica, en la Cámara de Diputados, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Como ya lo mencionamos en la columna del martes, Marco Antonio Alvear Sánchez es maestro en Derecho por la UNAM, cuenta con tres especialidades (ninguna de ellas en Derecho a la Información), y seguramente está estudiando el doctorado porque sus amigos lo llaman “doctor”.

Por eso es que nunca hemos puesto en tela de duda su capacidad académica, es más, consideramos que está “sobrecalificado” para ocupar un cargo donde sólo se requiere tener licenciatura.

Pero como persona no tiene idea de lo que es el respeto y los buenos modales, mucho menos la modestia. Y eso lo dejó claramente demostrado en la reunión que sostuvieron los dos nuevos comisionados con el personal del IMIPE encabezado por su todavía presidenta.

En esa reunión, el abogado acusó a Dora Ivonne Rosales de ilegalidades, omisiones y malos manejos de recursos porque él y su compañero, Roberto Yáñez Vázquez exigían el pago de sus salarios caídos, alrededor de tres millones de pesos, cada uno.

“En este juicio de garantías de dos años, siete meses, se ordena la reinstalación del doctor y su servidor. Evidentemente, usted tuvo que haber previsto en su momento que había un juicio, digo eso todos lo sabemos” dijo a la comisionada presidenta.

En ese intercambio de argumentos, Alvear Sánchez no perdió oportunidad de exhibir la ignorancia jurídica de la psicóloga de profesión, quien llegó a ese cargo por su relación con un diputado del PAN.

“Para empezar, esta no es la instancia para la controversia, yo… sí quiere más adelante le doy una clase de Derecho Constitucional”, dijo en un determinado momento, para después espetarle:

“Supremacía Constitucional, no me meto más. Póngase a estudiar”.

En ese momento Marco Antonio Alvear no cabía en su asiento, se quitaba el cubre bocas, acomodaba sus bolígrafos, sus documentos, se cruzaba de brazos, miraba a un lado luego al otro, hacía muecas, llamaba a miembros de su séquito (a los que ya prometió plazas de no menos de 20 mil pesos mensuales).

El momento más álgido fue cuando se acercó un empleado del IMIPE con una computadora lap top con la intención de mostrarle un archivo digital. Despótico, Alvear cerró la lap top de un manotazo.

– ¿Por qué lo cierra? ¿por qué le cierra su computadora al compañero? – preguntó Dora Ivonne.

– Estoy poniendo atención- justificó.

Su comportamiento provocó que un reportero lo cuestionara sobre el trato que dio a un subordinado.

– El trabajo, es lo único que a mí me respalda: mi trabajo institucional. No nada más en el IMIPE, yo tengo una larga trayectoria en órganos jurisdiccionales y eso es lo que habla por mí- presumió una vez más.

– ¿Pero ese es el trato que le da a las personas? – lo cuestionó el periodista.

– Yo siempre he sido muy respetuoso, respetuoso. Si tú piensas lo contrario, yo ahí no lo puedo cambiar- contestó.

La actitud del nuevo comisionado dejó “helados” a los servidores públicos del IMIPE, pues si así actúa cuando acaba de asumir el cargo de comisionado, cómo será cuando asuma la presidencia con el voto del septuagenario doctor Yáñez.

A lo largo de las últimas dos décadas, quien esto escribe ha sido testigo de la evolución del derecho a la información y asiduo usuario del IMIPE, por donde hemos visto pasar a los personajes más disímbolos, cada quien con su peculiar estilo y sus compromisos políticos.

Pero nunca habíamos visto a un comisionado tan déspota en su trato, tan jactancioso de ser una verdadera eminencia en el Derecho, aunque ni él ni el doctor Yáñez, hayan hecho jamás una solicitud de información pública.

Desde Alí Sosol, Eleael Acevedo, Mirna Zavala, Esmirna Salinas, Salvador Guzmán, Mireya Arteaga, Víctor Díaz, y ahora Marco Alvear, todos tienen una característica común: trabajaron en el Congreso Local desde donde los favorecieron con el cargo. En el caso de Dora Ivonne y Roberto Yáñez, no trabajaron en el Congreso, pero igual le deben el puesto a un diputado.

Por eso es que la pregunta que queda en el aire es ¿a qué intereses servirá el próximo presidente del IMIPE?

HASTA EL LUNES.