Jesús Castillo
El comandante Luis Alain Pano Vega era respetado y querido entre la tropa de la Policía Ministerial, pues su carácter amable contrastaba con el de su jefe, el terrible Agustín Montiel López, coordinador general de la corporación contratado directamente por el entonces gobernador Sergio Estrada Cajigal Ramírez, por lo que sólo a él le rendía cuentas.
Pano Vega salió como todos los días a la medianoche de aquel viernes uno de noviembre de 2002 para dirigirse al Distrito Federal a pasar el fin de semana con su familia. Abordó la patrulla que tenía asignada acompañado de su fiel escolta, el agente Vidal Barrera, y enfilaron hacia la autopista sin percatarse de que alguien había dado “el pitazo” de que ya había salido y “llevaban cola”.
Fue hasta que llegaron a la zona menos transitada de la autopista, en el kilómetro 61+800 que se les emparejó un vehículo y desde ahí les empezaron a disparar. Alain Pano Vega recibió 14 impactos de arma de fuego de un arma calibre AK-47 y de una nueve milímetros; su acompañante recibió tres.
Debido a la agresión perdieron el control de su vehículo y cayeron a una barranca. El vehículo presentaba 25 impactos y se recogieron en el lugar un número indeterminado de casquillos. El agente Vidal Barrera logró pedir auxilio y llegó una ambulancia que lo trasladó al hospital regional número uno del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero ya nada pudieron hacer por su jefe.
Quienes trabajaban con Agustín Montiel recuerdan perfectamente la cara de disgusto del jefe policiaco cuando le notificaron que Pano estaba muerto, pero que su chofer y escolta había sobrevivido. Vidal Barrera pidió hablar con el único de sus compañeros al que le tenía confianza y le confió su secreto: “Sincler lo mandó matar, avísale a la SIEDO que quiero denunciar”.
La versión corrió de boca en boca durante todo ese fin de semana por toda la Procuraduría de Justicia. Por eso es que, cuando se escenificó una misa de cuerpo presente a la que asistió el gobernador Sergio Estrada Cajigal y su secretario de Gobierno, Eduardo Becerra Pérez, era un secreto a voces que Montiel había mandado matar a su subalterno, aunque se ufanaba de declarar ante los medios de comunicación que el asesinato había sido “una reacción de la delincuencia por las detenciones que hemos hecho”.
Vidal Barrera ya no regresó a trabajar a la Policía Ministerial de Morelos. Trascendió que había sido detenido por la Procuraduría General de la República pero en realidad pidió ser “testigo protegido” y cambió de identidad.
Su declaración fue determinante para que el 6 de abril del 2004 fuera detenido Agustín Montiel López y el comandante Raúl Cortes Galindo, cuando acudían a declarar a las instalaciones de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada (UEDO) de la PGR, en la ciudad de México.
Según las investigaciones de la PGR, a cargo de José Luis Santiago Vasconcelos, Agustín Montiel López brindaba protección en Morelos a las operaciones de narcotráfico realizadas por Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, y Vicente Carrillo Leyva, hijo de Amado Carrillo y sobrino del jefe del cártel de Juárez, Vicente Carrillo Fuentes.
Ambos exfuncionarios de la policía de Morelos fueron detenidos por su probable responsabilidad en la comisión de los delitos contra la salud y violación a la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, toda vez que se les señala como integrantes de una célula de servidores públicos adscritos a la Coordinación General de la Policía Ministerial, encargados de brindar protección a Esparragoza Moreno y Vicente Carrillo.
Las investigaciones, detalla la PGR, pusieron al descubierto una red de complicidad por parte de algunos servidores públicos de Morelos quienes, en colusión, protegían la recepción de avionetas cargadas de droga que, durante algún tiempo, aterrizaban en el aeropuerto de Cuernavaca, procedentes de Colombia La droga era descargada y transportada en vehículos de la Policía Ministerial hasta Los Reyes La Paz, Estado de México
El grupo encabezado por Montiel también protegía a diversos grupos dedicados a la venta de cocaína al menudeo y bandas de robacoches que operaban en todo el estado, según documentos en poder de este columnista.
La indagatoria contra este grupo se inició con motivo de la denuncia presentada el 14 de noviembre de 2002 por parte de Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, quien refirió que un sicario le había informado tener pruebas de que se había ordenado matar a un narcotraficante y al propio denunciante, Graco Ramírez; que el sicario le dijo que ya había dado muerte al narcotraficante y que el cuerpo de éste había aparecido en el poblado de Tlaltizapán, Morelos
A partir de estos y otros elementos, indicios y evidencias, se realizaron investigaciones sobre la muerte del comandante de la Policía Ministerial de Morelos, Luis Alain Pano Vega, y la del presunto narcotraficante Benjamín Gómez, “El Chino”, cuyo cuerpo fue encontrado efectivamente en la demarcación de Tlaltizapán.
Como consecuencia de la denuncia de Graco Ramírez, la cual derivó en la averiguación previa PGR/UEDO/352/2002, se ejercitó acción penal en contra de Marco Enrique Yépez Uribe, “El Jarocho” o “El Comandante Alex”, y Raúl Rodríguez León, “El Huevo”, por los delitos de violación a la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, contra la salud, en la modalidad de colaboración al fomento, y homicidio calificado en agravio de Luis Alain Pano Vega y Benjamín Gómez González, “El Chino” o “El Colombiano”
El 1 de mayo del 2003, el juez primero de distrito “A” en materia de procesos penales federales del Estado de México, declaró formalmente presos al “Jarocho” y al “Huevo”, al considerarlos probables responsables de los delitos por los que fueron consignados Los elementos que arrojó la investigación permitieron a la PGR realizar varios cateos en casas identificadas como propiedades de “El Azul” y de Vicente Carrillo Leyva.
Agustín Montiel López fue encarcelado en el Penal Federal del Altiplano por los delitos contra la salud en su modalidad de colaboración al fomento, pero exonerado por lo que respecta al homicidio de Luis Alain Pano Vega, mismo que sigue impune.
Meses después del atentado, su esposa encontró en su closet una caja con infinidad de escrituras de casas ubicadas en el Fraccionamiento Cocoyoc, así como un acta constitutiva de una empresa dedicada al transporte de carga en Centroamérica y notas de remisión de una casa de materiales en el municipio de Yautepec.
HASTA MAÑANA.