Jesús Castillo
El tener un documento que establece que resultaste “positivo” a Covid te cambia la vida. Afortunadamente la nueva variante es más contagiosa pero menos agresiva, por lo que los desenlaces fatales han sido la excepción, al menos en nuestro círculo social.
Tuve covid a principios de enero, o al menos eso es lo que dice la “prueba rápida” que consiste en introducir por la nariz un hisopo. La verdad es que he tenido peores gripas e infecciones de garganta.
Tenía una cita muy importante en la ciudad de Taxco el 6 de enero, por lo que al sentir los primeros síntomas de gripe decidí irme a hacer la prueba sólo para que las personas con las que me entrevistaría no estuvieran incómodos. “Tengo catarro y tos, pero aquí está mi prueba negativa a covid”, pensaba decir.
Pero no fue así. El resultado llegó por Whatsapp media hora después de que tomaron mi muestra y nunca pensé que sería positivo. Es cierto que la principal afectación es mental, pues de inmediato surge la incertidumbre de no saber qué va a pasar.
También, la preocupación de haber convivido con diversas personas sin saber que está uno infectado, sobre todo aquellos familiares de la tercera edad y que se supone que corren más riesgos. Un sentimiento de culpa nos invade por haber celebrado la cena de año nuevo en familia, y al mismo tiempo una pregunta nos asalta: ¿quién me contagió?
De no haber sido por la cita de Taxco jamás me hubiera enterado de que tenía covid, y que esas molestias que tenían mis familiares (menores de edad casi todos), no era gripa sino el famoso virus. Eso sirvió para que todos nos resguardáramos y no siguiéramos propagando el bicho.
¿Qué hacer cuando ya resultaste positivo? Cada amigo o familiar tiene una respuesta diferente. “Toma dióxido de cloro, a una amiga la sacó rapídisimo”, es lo primero que te dicen. Una amiga que en ese momento estaba en cuarentena me reenvió una receta de alrededor de 15 medicamentos que le había prescrito su médico. Lo compramos todo. En la salud no se debe escatimar.
En esa lista venía la hoy famosa Ivermectina. Curioso por naturaleza, busqué en Google. “La ivermectina es un medicamento antiparasitario para el tratamiento de un amplio rango de parásitos internos y externos, generalmente se usa para perros y gatos”, decía.
Pedimos una segunda opinión con un médico amigo de un familiar que presumía haber sacado al 98 por ciento de sus pacientes de covid. Y en su receta también venía la Ivermectina. “No se espante si le dicen que es para piojos”, advirtió.
Ahí entendí que aún entre los médicos no se ponen de acuerdo sobre el tratamiento para contrarrestar el covid, pues un médico joven, hijo de mi amigo Roberto Coranguez, fue descalificando (con argumentos) cada uno de los 15 medicamentos que me habían recetado los dos doctores anteriores.
Él, Badir Coranguez, fue quien me convenció de que no siguiera tomando esa medicina, así que ahí se quedó la caja de la polémica Ivermectina.
Afortunadamente transcurrieron los cuatro primeros días con muchas molestias pero nada de lo que nos habían contado algunos amigos que se contagiaron hace año y medio. Suponemos que de algo sirvieron las dos vacunas.
Pero me quedó la curiosidad de saber qué es la Ivermectina, sobre todo cuando en las últimas dos semanas se han publicado diversos reportajes de esa sustancia.
Encontré que durante años, la ivermectina ha sido un medicamento antiparasítico vital usado en el tratamiento de humanos y animales. Pero durante la pandemia se ha escuchado el clamor de algunos para que este fármaco se utilice para otra cosa: en la lucha contra covid-19 y evitar muertes.
Las autoridades sanitarias en Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea han determinado que la evidencia es insuficiente para el uso del fármaco contra la covid, pero miles de promotores, muchos de ellos activistas antivacunas, siguen efectuando una vigorosa campaña a favor de su uso.
Sus abanderados apuntan a una serie de investigaciones científicas y suelen afirmar que esta evidencia está siendo ignorada y encubierta. Pero un grupo de análisis compuesto de científicos independientes han puesto en serias dudas los resultados de esos estudios.
La BBC puede revelar que más de un tercio de las 26 principales pruebas experimentales del fármaco en el uso contra la covid tienen graves errores o señales de potencial fraude. Del resto, ninguna muestra evidencia convincente de la efectividad de la ivermectina.
A pesar de estos dos llamados, el Gobierno de la CDMX hizo la primera compra de ivermectina y azitromicina. Pagó 12 millones 090 mil pesos por 93 mil cajas de cada uno de estos fármacos.
“La Secretaría de Salud de la Ciudad ha identificado que hay bastante evidencia para, justamente –con este grupo de expertos–, para utilizar en personas positivas a COVID-19 (…) aún cuando no tengan síntomas -son positivas- la administración de algunos medicamentos, como es el caso de ivermectina y azitromicina”, dijo la funcionaria en aquella rueda de prensa.
Agregó que esa decisión se fundamentaba en 29 estudios que mostraban la utilidad, principalmente, de la ivermectina en etapas tempranas. Doce de ellos tenían evidencia positiva en profilaxis (prevención) y 14 estudios con evidencia como tratamiento para casos moderados. Incluso, la funcionaria dio a conocer los primeros resultados en los pacientes tratados con estos fármacos.
“Con esta evidencia lo que se ha hecho es que a las personas que resultan positivas en alguno de los 230 puntos de tamizaje, toma de muestras de la Ciudad, se han entregado tratamientos estandarizados, se han entregado ya para este momento 50 mil 747 tratamientos; 27 mil pacientes han recibido seguimiento por Locatel”.
Incluso, compartió los primeros resultados.
“Aquí tenemos los datos donde 11 personas que no recibieron tratamiento terminaron hospitalizadas contra tres que sí lo recibieron (…) 508 personas que no recibieron tratamiento presentaron complicaciones y requirieron atención versus 189 que sí lo recibieron”, informó López Arellano el 22 de enero de 2021.
La ivermectina, continuó, ha tenido efectos positivos para detener la replicación del virus, pues los estudios a nivel internacional mostraban que disminuye la carga viral y tiene una importante seguridad en términos de efectos negativos.
Tras las críticas por haber suministrado medicamentos no avalados ni autorizados para el tratamiento de COVID-19 y por los cuales el Gobierno de la CDMX pagó 29 millones de pesos, la Secretaría de Salud (Sedesa) informó que éstos se dejaron de entregar en septiembre de 2021, una vez que su homónima federal publicara el 2 de agosto la Guía Clínica para el Tratamiento de Covid-19.
De acuerdo con información oficial obtenida por el portal “Animal Político” a través de una solicitud de transparencia, los servicios de salud de la CDMX entregaron 196 mil 432 kits que contenían ivermectina.
Y en su conferencia mañanera, fiel a su costumbre de atacar al medio de comunicación en lugar de analizar el contenido del reportaje, el presidente Andrés Manuel López Obrador, atribuyó la información a una campaña orquestada por sus enemigos políticos para perjudicar a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
HASTA EL LUNES.