Jesús Castillo
Aquel noviembre de 1999, los maestros morelenses ya no aguantaron más imposiciones del centro y surgió un extraño fenómeno de unidad entre corrientes disímbolas al interior del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación Sección XIX.
Cuando el enviado de Elba Esther Gordillo, el profesor Aquiles Cortés, dio a conocer que la planilla de unidad sería encabezada por Ageo Anaya Crisantos –incondicional de la maestra- se comenzó a escuchar un murmullo en el auditorio que fue subiendo de tono hasta que surgieron los gritos: “¡Ni madres, no aceptaremos una imposición más!”.
Era el XXII Congreso estatal del SNTE en el vetusto hotel del Prado, al norte de Cuernavaca, y estaban reunidos 300 delegados para elegir al sustituto de Basílides Nava Ariza, quien también había llegado por “dedazo” de la lideresa nacional. Cuando anunciaron que su dirigente sería un profesor que llevaba nueve años fuera del estado, la inconformidad fue generalizada, y por primera vez las huestes de Elba Esther se rebelaron.
Los organizadores intentaron entonces mandar a receso para que se enfriaran los ánimos y tratar de negociar con los opositores o amenazarlos como siempre lo habrían hecho, pero no les salió el plan.
“Aquí no sale nadie hasta que haya una elección democrática”, se escuchó decir entre un grupo de inquietos maestros que ya se habían apostado en las salidas del salón de eventos habilitado como auditorio. Entre ellos estaban Felipe Castro, Leandro Vique y los hermanos Jaime y Joel Sánchez Vélez.
Temiendo que se desatara la violencia, los enviados del CEN aceptaron a regañadientes que se conformara otra planilla diferente a la que ya venía “palomeada” por la maestra.
Los profesores estaban todos de acuerdo en que no querían a Anaya Crisantos, pero no sabían a quién poner al frente de la planilla opositora. Entonces surgió la voz del profesor Víctor Benítez Quintero: “Vas Gallo, tú eres el bueno”.
“El Gallo” era el apodo con el que conocían a Mario Luis Salgado Salgado, un profesor muy popular que ya había venido trabajando a través de una organización llamada Frente Activo del Magisterio Morelense con Sánchez Vélez y Vique Salazar.
Esa histórica asamblea magisterial se prolongó durante seis horas. Cuando los disidentes escucharon al enviado de Elba Esther ordenar que “cancelaran los mariachis”, comprendieron que la mitad de la batalla estaba ganada, pues habían desistido de su intención de imponer a Ageo Anaya y sólo faltaba conquistar el voto de los presentes.
Para ello conformaron una planilla muy plural. Tomaron en cuenta a los maestros con mayor representatividad en el estado y agregaron a otras corrientes como la CNTE y Nuevo Sindicalismo. Así, al amanecer, fueron declarados triunfadores, aunque todavía tuvieron que enfrentar muchas vicisitudes por haber hecho enojar a la maestra Elba Esther Gordillo, quien en aquel tiempo era mucho más poderosa que hoy, y una desobediencia de ese nivel debía ser castigado con el destierro político.
Los primeros tres meses la dirigencia no fue reconocida y enfrentaron todo tipo de obstáculos, pero la profesora Elba Esther terminó por entender que eran muchos los maestros que los apoyaban y los reconoció.
Así, el Comité Directivo de la Sección XIX del SNTE para el periodo 2000-2003 quedó conformado por Mario Luis Salgado Salgado como secretario general; Joel Sánchez Vélez en la Secretaría de Finanzas y administrador de la Escuela Normal Superior; Felipe Castro Baldovinos como secretario de Asuntos Jurídicos; Víctor Benítez Quintero, secretario de Organización y Leandro Vique Salazar como secretario de Relaciones Públicas.
Otro de los que destacaron en ese movimiento de rebelión, Paul Pliego Escobar, quedó al frente del Instituto de Estudios Educativos de América Latina.
Y todos los antes mencionados (con excepción de Víctor Benítez Quintero, que sucedió en el cargo a Mario Luis Salgado) aspiran a ocupar la dirigencia estatal del SNTE que actualmente está en manos de la profesora Gabriel Bañón Estrada.
Sí, casi 23 años después de aquella histórica y agitada asamblea (y ya no tan jóvenes), quienes encabezan la lista de aspirantes a dirigir el SSindicato con más integrantes en este estado son precisamente Leandro Vique Salazar, Joel Sánchez Vélez, Felipe Castro Valdovinos y Paul Pliego Escobar.
No sabemos cuál fue su participación en aquel Congreso de 1999, pero a la lista se integra el profesor Felipe Domínguez, quien también ha externado su deseo de dirigir la organización magisterial, al igual que Yossmin Castillo, hijo del eterno representante de la disidencia, el profesor Basilio Castillo.
A 20 años de distancia ya no está Elba Esther Gordillo en la secretaría general del SNTE a nivel nacional, aunque su influencia en los maestros es innegable. También las reglas del juego han cambiado, pues ahora se pretende que –por primera vez en la historia- la elección sea mediante el voto directo de todos los miembros de la organización sindical, y ya no mediante la figura de los delegados.
Gabriela Bañón Estrada debió dejar la dirigencia en 2018 al haber recibido la estafeta de manos de otra mujer, María Eugenia Ocampo Bedolla, en 2015. Sin embargo, se ha aferrado al cargo mediante argucias, entre ellas la emergencia sanitaria del Coronavirus.
Y como no hay plazo que no se cumpla, se espera que en las próximas semanas, o meses, la dirigencia nacional emita la convocatoria respectiva para fijar las reglas del juego.
Todo puede suceder. Una posibilidad es que la dirigencia nacional intente imponer a algún incondicional, con el riesgo de que se repita lo de noviembre de 1999 ahora con otros protagonistas.
La otra posibilidad, es que los cinco aquí mencionados se pongan de acuerdo entre ellos y decidan “a quien le toca”, para evitar así una contienda electoral donde se darían todos contra todos y saldría estiércol por cualquier lado.
Y la imagen del SNTE-Morelos quedaría aún más deteriorada de lo que ya la dejó la maestra Gabriela Bañón, frustrada diputada local del Partido Nueva Alianza.
HASTA MAÑANA.