Jojutla, en el libro de Enrique Serna

Jesús Castillo

El periodista cruzaba el vestíbulo hacia la puerta del edificio, confiado en anotarse otro éxito social, cuando vino a su encuentro un ranchero de paliacate al cuello, corpulento y bigotón, con una mirada torva de gatillero. A juzgar por el pelo entrecano, andaría por los cincuenta, pero la edad no había erosionado su piel cobriza.

La siguiente anécdota viene en el libro “El vendedor de silencio”, de Enrique Serna, en el que narra la vida del periodista Carlos Denegri, calificado por Julio Scherer como “el mejor y el más vil de los reporteros”, y aunque no menciona la fecha en que ocurrió, la ubica en el sexenio de Manuel Ávila Camacho, que fue de 1940 a 1946.

Denegri recordó que esa mañana, a las nueve, Irma le había anunciado la visita de ese líder agrario, que llevaba un buen rato pidiéndole citas en vano.

–No recibo a nadie sin previa cita, pero dígame, ¿qué se le ofrece?

El hombre, que se presentó como Nemesio Arellano, sacó de su chaqueta un recorte de periódico y lo desdobló con una parsimonia exasperante.

“Nemesio Arellano –leyó a tropezones-, un tozudo cacique de la región cañera, está agitando a los campesinos de Jojutla, con la mira puesta en la alcaldía. El pueblo lo derrotará…”. ¿Cuál agitación? ¿Por qué me tacha de cacique?  Usted no me conoce ni ha estado en Jojutla ¿Quién le dijo que no voy a ser candidato?

–Esa información me la reservo- Denegrí trató de mantener el aplomo-, un periodista tiene derecho a mantener en secreto sus fuentes.

–Llevo 25 años luchando por esta oportunidad- Nemesio arrugó el recorte, bufando de cólera-. No se vale que me pasen a torcer por las mentiras de un periodista influyente.

Denegri respiró hondo, implorando con la mirada el auxilio del policía que leía una historieta en la barandilla de la recepción, sin percatarse de su apuro.

–Yo no doy ni quito candidaturas- explicó-: sólo comunico a mis lectores lo que se comenta en las altas esferas del poder, a las que tengo acceso por mi sagacidad de reportero.

Nemesio se llevó la mano al bolsillo interior de la chaqueta y Denegri, seguro de morir, contuvo a duras penas un espasmo de cólico. Iba a implorar perdón, pero en vez de sacar una pistola, Nemesio le ofreció un grueso fajo de billetes de a cien.

–Mire, amigo, si le pagaron por atacarme, yo le ofrezco dos mil pesos por retractarse. Diga la pura verdad: que me sobran tamaños para ser alcalde de Jojutla.

–Guarde su dinero por favor- Denegri se puso digno-. Aunque yo publicara una nota a su favor, en el comité nacional del partido la decisión sobre la candidatura ya está tomada.

–¿Cómo lo sabe? Tengo de mi lado a los ejidatarios y a la Unión de Cañeros.

–Si se siente tan seguro, entonces no me haga caso- reviró Denegri, sereno a pesar del suplicio intestinal-. A lo mejor estoy equivocado y lo nombran candidato.

–Más le vale a usted y a sus soplones que no se atrevan a manipular la asamblea, porque no voy a tolerar una imposición del centro. Yo no respondo si alguien sale lastimado- Nemesio se abrió la chaqueta para enseñarle su Colt 45.

–¿Me está amenazando?

–Tómelo como quiera.

Nemesio se dio la media vuelta y caminó hacia la calle bufando de cólera. El ruidoso taconeo de sus botas charras descompuso más aún las tripas de Denegri, que salió disparado al baño de la recepción.

Hasta ahí el fragmento del libro de Enrique Serna. Al parecer Nemesio Arellano nunca logró ser alcalde de Jojutla, y Carlos Denegri murió en enero de 1970, en circunstancias extremadamente trágicas. En Morelos viven sus sobrinos, Carlos y Danae, actualmente titular de la Secretaría Ejecutiva del Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Morelos (SIPINNA).

En Jojutla han pasado muchas cosas desde aquellos tiempos en que los caciques dominaban no sólo la economía del municipio sino también las cuestiones políticas. El machismo ha venido a menos, incluso Jojutla ya tuvo a su primera alcaldesa –Hortencia Figueroa Peralta-, de profesión abogada, al igual que los dos últimos alcaldes, Alfonso Sotelo y Juan Ángel Flores.

La ciudad de Jojutla se hizo famosa a nivel mundial por haber quedado prácticamente destruida el 19 de septiembre de 2017, a causa de un terremoto. Pero también se han hecho muchos reportajes por ser la primera comunidad donde se utilizan “drones” para hacer labores de vigilancia contra la delincuencia.

En Jojutla existe la primera escuela técnica con especialidad en agroecología a nivel nacional, donde los alumnos –además de las materias básicas- saben producir miel, hortalizas, acuaponia, hidroponía, además de que les enseñan a crear su propio abono a partir de “lombricompostas”.

Aunque ya existen programas a nivel federal y estatal, en este municipio existe un programa especial para atender a niños de entre cero a cinco años, sobre todo aquellos que provienen de familias donde prevalece la violencia intrafamiliar. Es un programa en el que participan la Escuela de Estudios Superiores del Jicarero (dependiente de la UAEM), y maestras de todas las escuelas preescolares de la localidad.

Pero quizás el proyecto más importante de la actual administración municipal (o por lo menos el que lo dará a conocer más) es el parque de diversiones para niños con Cáncer.

El proyecto, denominado Imayina, es un espacio físico inspirado en un proyecto similar en Orlando, Florida, el cual Andrés Martínez, fundador de Doctor Sonrisas, tuvo la oportunidad de conocer entre el 2009 y 2010, mientras buscaba la forma de llevar a niños de su fundación a Disney.

El presidente municipal de Jojutla, Juan Ángel Flores Bustamante, ha sido reconocido como el tercer presidente municipal más popular en el país, y con muchas posibilidades de escalar al primer lugar nacional en tres años, cuando termine su segundo periodo en el cargo.

HASTA MAÑANA.