De Max, el otro Max, y Alexis

La ley establece que los menores de 18 años —y en general todos los imputados por un delito— tienen derecho a que se identidad permanezca en el anonimato, pero en el caso de Maximiliano Israel Morales Alemán, sus datos completos se conocieron antes de que su rostro apareciera en todos los medios de comunicación como el adolescente de 16 años que asesinó a un elemento de la Policía Industrial, Bancaria y Auxiliar (PIBA), el pasado domingo en la madrugada.

Y es que desde el pasado 10 de junio, su madre acudió a la Fiscalía General del Estado a denunciar la desaparición de su menor hijo, por lo que la autoridad emitió una ficha de búsqueda en la que se indicaba que vestía bermuda azul, tenis blancos y una sudadera blanca con capucha. Como seña particular tiene la palabra “Alemán” tatuada en la mano derecha. Extraña e inexplicablemente, en la ficha de búsqueda dice que tiene 19 años, es decir, que es mayor de edad.

La mamá de este mozalbete se sorprendió muchísimo cuando vio en las noticias el rostro de su pequeño Maximiliano (de casi 1.70 de estatura) en un video donde tres sujetos atacan a un “piba” que custodiaba las instalaciones de la empresa década, dedicada a la recolección de basura.

Hay varias versiones sobre cómo ocurrió su captura. Una de ellas dice que Maximiliano regresó a su casa, pero su madre se dio cuenta que traía un arma y rápidamente lo denunció entre las autoridades, quienes llegaron el lugar y lo persiguieron junto a sus otros dos cómplices, quienes prefirieron aventarse a una barranca antes de ser detenidos de acuerdo con versiones de testigos.

Otros aseguran que su madre nada tuvo que ver con la detención. Que los jóvenes siguieron delinquiendo y que en su huida se toparon con un retén militar, que la motocicleta en la que iban se derrapó y cayeron los tres, pero sólo Max pudo ser detenido.

En su conferencia de ayer, el fiscal Uriel Carmona aseguró que, mientras Maximiliano era detenido, su madre estaba en la Fiscalía informando que su hijo ya había aparecido, y que era el que aparecía en los videos. Es natural que la Fiscalía quiera proteger a la señora que no tiene la culpa de tener un vástago al que no puede controlar. Lo que uno no se explica es por qué en la denuncia dice que tiene 19 años, y el Ejército lo puso a disposición de la agencia del Ministerio Público especializada en Adolescentes.

Hasta ayer por la tarde no se había llevado a cabo la audiencia de control en el Tribunal Unitario de Justicia para Adolescentes que preside la ex fiscal antisecuestros Adriana Pineda.

De hecho, existe un gran hermetismo en torno a este asunto. Ninguna institución ha emitido tarjeta informativa o boletín alguno explicando qué sucedió, lo que genera muchas dudas. Por principio de cuentas, del video dado a conocer se desprende que el asalto a la empresa nunca se consumó.

Dudamos mucho que una empresa guarde su dinero en efectivo en una de sus instalaciones. ¿Por quién iban los tres adolescentes?

Y otro dato rarísimo: Emiliano Heredia García, el otro muchacho que aparece en el video, también había sido reportado como desaparecido. De acuerdo a la Alerta Amber de la CDMX, el menor fue visto por última vez el día 7 de julio de 2024 en la colonia Santa Barbara, alcaldía de Azcapotzalco.

Aunque existe la posibilidad de que hayan sido reclutados contra su voluntad por algún grupo del crimen organizado, en los videos no se ve que estén siendo forzados a cometer el homicidio del policía (al que rematan ya estando tirado en el piso), como tampoco en el video en el que perpetran el asalto a una taquería.

Esperemos que, después de la audiencia en el Tribunal de Justicia para Adolescentes, tengamos mayores datos sobre estos hechos.

Casualmente, este jovencito al que todos vimos asesinar a sangre fría a un policía, lleva el mismo nombre que aquel otro —mayor de edad— que el 8 de mayo de 2019 terminó con la vida de dos dirigentes sindicales: Jesús García y Roberto Castrejón, en pleno centro de Cuernavaca, mientras se realizaba una entrevista al entonces secretario de Desarrollo Social, Gilberto Alcalá.

Maximiliano Hernández “El Max” creció sin una figura paterna, ya que su padre fue ultimado violentamente hace 20 años en Alta Vista. No terminó la Preparatoria, fuma mariguana desde adolescente y últimamente laboraba como elemento de Seguridad Privada.

No sabía a quién iba a matar pero le pagarían cinco mil pesos por la vida de Jesús García y Roberto Castrejón. Un sujeto al que sólo conoce como Carlos lo llevó al centro de la ciudad a bordo de una motocicleta y le enseñó a lo lejos a sus víctimas. Un taxi lo estaría esperando frente a Burguer King.

Son muchas las similitudes que muestra Max, de 22 años, con Alexis, el adolescente que participó en el asesinato de la alcaldesa de Temixco, Gisela Mota, en 2015. Son el último eslabón de una organización dedicada a delinquir y traficar con drogas, pero nunca se conocen entre sí más allá del nombre de pila o el apodo, para evitar que los delaten en caso de que los detengan, como ocurrió ese ocho de mayo en pleno zócalo de Cuernavaca.

Al otro día de los fatales sucesos, llegó a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos una mujer que dijo ser la madre de Maximiliano. Se intuye que el muchacho declarará que fue torturado y que no conoce a quienes lo contrataron. “Me dijeron que iban a matar a mi mamá si no hacía lo que me decían”, confió a una de las personas que habló con él en los separos de la Fiscalía General donde permanecía mientras que policías ministeriales cateaban su casa en Alta Vista.

Pero más allá de la dolorosa pérdida de dos seres humanos, lo realmente preocupante es ¿cuántos Max´s y cuantos Alexis más quedan en Morelos? ¿Cuántos niños producto de familias disfuncionales y sin oficio ni beneficio están listos para ser enrolados en las filas de la delincuencia organizada para matar por cinco mil pesos?

HASTA MAÑANA.