Fiscalía: Lección aprendida

Al nuevo fiscal general del Estado, Edgar Maldonado Ceballos, le quedó muy claro que uno de los más graves y constantes errores de su antecesor fue el protagonismo y la costumbre de hacer declaraciones que después no pudo sostener, por lo que él está haciendo todo lo contrario en los últimos acontecimientos que, lamentablemente, fueron feminicidios. Hasta ahora, podríamos decir que en ambos casos fue “lección aprendida y prueba superada”.

A la fecha, todos nos seguimos preguntando por qué en noviembre de 2022 Uriel Carmona mandó a hacer una conferencia de prensa para declarar -sin que nadie se lo hubiera preguntado-, que la joven Ariadna murió “por una grave intoxicación alcohólica y la consecuente broncoaspiración”; además de que “no se hallaron huellas de violencia” en el cuerpo. Ese fue, no solamente el más grande error de su gestión como fiscal, sino de su vida.

De la misma forma, no sabemos con qué intención, cuando asesinaron a la diputada Gabriela Marín (5 de octubre de 2022), acudió personalmente al lugar del levantamiento de cadáver y declaró a los medios de comunicación que había sido un “móvil político”, y después ya no volvió a tocar el tema que a la fecha sigue sin esclarecer.

Y podríamos enumerar infinidad de casos en los que Uriel Carmona privilegió su imagen y sus intereses políticos por encima de la procuración de justicia, lo que a la larga influyó para su salida de la institución apenas el 6 de febrero pasado.

Su sucesor, Edgar Maldonado Ceballos, fue designado con el voto unánime del Congreso Local, lo que refleja que todas las fuerzas políticas representadas en la Cámara de Diputados le están dando un voto de confianza para cumplir con el encargo.

Y no tuvo que pasar mucho tiempo para que ocurrieran acontecimientos similares que pusieran a prueba la capacidad del nuevo fiscal para resolver los problemas que van surgiendo. Paradójicamente, también fue el asesinato de una mujer -Ivón Maricela- el que requirió la intervención de la Fiscalía de Morelos, pero en esta ocasión, a diferencia de lo que ocurrió con Ariadna, la institución sí siguió correctamente el protocolo que se tiene para los casos de Feminicidio.

Según la información que hemos recabado, facilitó mucho la buena relación que existe entre Edgar Maldonado y la fiscal capitalina, Bertha Alcalde, (contrario a Uriel y Ernestina), para la entrega INMEDIATA del cuerpo de la mujer que vinieron a tirar. El Servicio Médico Forense (SEMEFO) se limitó a hacer la necropsia de ley, poner los resultados en un documento y entregar el cuerpo a la familia.

Nada de entrar en elucubraciones sobre si había restos de alcohol en la víctima, a qué se dedicaba la mujer y mucho menos maltratar a los familiares, lo que sí hicieron en su momento Joel Reyes y Uriel Carmona, hace dos años en el caso Ariadna.

Ahora bien, en el segundo caso, el de la estudiante de Psicología de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, también fue una dura prueba para la rectora Viridiana León Guzmán, pues es el primer feminicidio de su administración (y ojalá sea el último) y de la presidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios de Morelos (FEUM), Adriana Guadarrama.

Como es natural, al conocerse que Aylín -cuya desaparición acaparó la atención no sólo de la comunidad universitaria sino de la sociedad en general-, había sido encontrada sin vida, hubo una reacción de indignación que incluso generó una pequeña marcha y algún pronunciamiento de colectivos feministas, pero hasta ahí quedó al trascender que el victimario, que resultó ser su novio, ya estaba detenido.

Con la fotografía de la rectora, la dirigente estudiantil y el fiscal, reunidos a unas horas del lamentable hallazgo, desactivaron cualquier protesta, pues era una clara muestra de que las autoridades habían reaccionado correctamente y se estaba en vías de hacer justicia.

Ahora lo que nos queda como sociedad, es preguntarnos qué estamos haciendo mal por lo que las mujeres siguen siendo asesinadas. Es irónico que haya sido en la Facultad de Psicología donde se dio este caso en el que, todo parece indicar que fue su pareja sentimental -también estudiante de la UAEM-, con una relación de cinco años, quien la mató a golpes.

Es decir, que no se trata de personas de escaso nivel escolar ni tampoco una relación casual la que terminó en feminicidio, sino que -en la mayoría de los casos- el asesino convive con la víctima y no siempre refleja un comportamiento agresivo. De nada hubiese servido que Aylín tuviera protección policiaca, si su agresor nunca mostró signos de desequilibrio emocional.

A Aylín ya no la podemos revivir, pero sí podemos impedir que estos casos se repitan, y en eso tienen mucho que ver las diferentes instituciones que atienden ese tipo de denuncias.

En días pasados conocimos de un caso en el que estamos seguros que se evitó un Feminicidio. El Centro de Justicia para Mujeres, dependiente de la FGE, recibió la denuncia de una madre de familia, en la que señaló a Orlando “N”, su concubino y padre de sus dos hijos, de ser violento con ella y con los hijos en común, por lo que decidió terminar con su relación.

Sin embargo, días después de darse la separación, Orlando “N”, bajo los efectos de sustancias, la buscó y al encontrarla con su hija en las inmediaciones de la vivienda a la que se habían mudado, la correteó con un cuchillo, amenazándola con privarla de la vida. También aportó que poseía armas de fuego y que en distintas ocasiones la había amenazado utilizando un revólver. Asimismo, aseguró ser víctima, al igual que sus hijos, de violencia física, verbal, económica y psicológica.

Ante ello, el CJM brindó atención integral a las víctimas y proporcionó vigilancia fija, así como un botón de pánico, incluso se recomendó su estancia en un albergue, propuesta que rechazó la madre de familia al contar con red de apoyo.

La investigación fue llevada ante el juez, autoridad que emitió una orden de cateo, en busca de armas, para el domicilio del supuesto agresor y una orden para su aprehensión, mandatos ejecutados por la Agencia de Investigación Criminal (AIC) el pasado fin de semana en la colonia Vicente Estrada Cajigal de Cuernavaca.

En su momento consideramos que había sido una exageración la intervención del Ejército, Guardia Nacional y hasta SEMAR para catear una casa en busca de un cuchillo, pero al conocer los detalles les dimos la razón.

Ya nos imaginamos la cara del agresor cuando vio entrar a su casa a los marinos y los soldados en apoyo de su pareja sentimental que lo denunció por violencia familiar. Ojalá no salga pronto y aprenda la lección.

HASTA MAÑANA.