El peor TSJ de la historia

 

El actual Tribunal Superior de Justicia será recordado como el peor de la historia. Ya se ganaron ese calificativo después de dos meses en que dos magistrados se ostentaban como titular del Poder Judicial, y casi una semana en que no pueden ponerse de acuerdo sobre quién será presidenta o presidente por los dos años siguientes, por lo que ese órgano colegiado se mantiene acéfalo.

Durante ese periodo de tiempo, han ocurrido tantas cosas que los acontecimientos bien podrían servir como guion para una película al estilo de Luis Estrada, con escenas dramáticas, pero también con cosas chuscas que generarían la risa del público: Una sesión de pleno cancelada por una supuesta diarrea del presidente; otra realizada “a la luz de las velas”; y un receso originado porque a uno de los magistrados se le olvidó su toga.

Lamentablemente, lo que está ocurriendo en el TSJ no es cosa de risa, sino de pena ajena.

La disputa por la presidencia del Tribunal Superior de Justicia ha exhibido lo peor de sus protagonistas: por un lado, la filtración de grabaciones que ellos mismos hicieron donde hablan de pactos incumplidos y promesas monetarias; y por el otro, la difusión de información a la que sólo la presidencia tiene acceso para exhibir los supuestos nexos familiares y supuestos actos para favorecer a personajes de la política.

También está el hecho de que uno de los candidatos a suceder a Jorge Gamboa Olea se haya autodenominado enviado de la gobernadora Margarita González Saravia a la que supuestamente ya le habían prometido algo, lo que hablaría de un intento de intromisión de un poder en otro.

En esta tragicomedia han abundado las traiciones tanto en un bando como en el otro, quedando de manifiesto que la mayoría busca prioritariamente su beneficio económico. Muy desafortunadas las declaraciones que quedaron grabadas en las que se expresa que “si nos dan el 30 por ciento de del haber de retiro votamos por el puma”, haciendo referencia a un empleado del Palacio de Justicia.

También resulta muy criticable que, después de que vieron que el grupo disidente tenía 14 magistrados dispuestos a participar, los otros ocho “se escondieron” y apagaron sus celulares para que no pudieran ser notificados de las sesiones de Pleno en las que están obligados a asistir, obligando así al resto de magistradas y magistrados a posponer hasta por 15 ocasiones la votación.

El último receso fue ayer domingo a las 10 horas, cuando la oficial mayor contabilizó sólo 13 magistrados presentes (Alejandra Hernández se reportó enferma), lo que hizo imposible que se iniciara la sesión, por lo que hoy están citando nuevamente a las nueve de la mañana, pero lo más seguro es que tampoco se logre el ansiado quorum.

Eso habla de la falta de seriedad de Jorge Gamboa, Rafael Brito, Carmen Aquino, Horacio López, Elda Flores León, Janet Uribe, Arturo Loza y Javier Mújica. Las magistradas Anahí Bahena y Alejandra Hernández, así como el magistrado Jaime Castera, por lo menos han acudido a algunos de los intentos de sesión extraordinaria, pero aún así no se ha podido lograr el número de asistencias necesarias para que ésta tenga validez.

Recordemos que es la primera vez que se requiere mayoría calificada (dos terceras partes de la totalidad de integrantes del pleno) para designar titular del TSJ. Hemos tenido presidentes y presidentas con un voto de diferencia, incluso con el llamado “voto de calidad”.

No sabemos a quién se le ocurrió que se necesitaran 15 votos para elegir presidente, y también por qué no se contempló la posibilidad de que no se pusieran de acuerdo los integrantes del pleno, que es lo que está ocurriendo desde el pasado 20 de mayo, cuando se nombró a Juan Emilio Elizalde como presidente del TSJ, únicamente para llevar a cabo el proceso de selección.

Cabe recalcar, que aún cuando el decreto dice claramente que “el día de la entrada en vigor del presente Decreto, se dará por concluida la gestión de la persona que se encuentre ejerciendo la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado”, Jorge Gamboa Olea sigue utilizando las oficinas de Presidencia así como las dos camionetas que tiene a su cargo. En los hechos, él sigue siendo el presidente y así se lo ha recalcado a los directores de área y demás empleados del TSJ a los que incluso ha regañado.

La fotografía en la que el magistrado Juan Emilio Elizalde Figueroa aparece tomando protesta como encargado de la presidencia es muy demostrativa: mientras que todos los integrantes del Pleno se encuentran de pie, a sus espaldas, muy cómodamente sentado, aparece Jorge Gamboa. El mensaje es muy claro: Juan Emilio no le inspira ningún respeto.

Quizás es entendible. El experiodista hoy magistrado no tuvo empacho en decirle a la gobernadora que Gamboa Olea no es su presidente, pues su periodo terminó el 17 de mayo del 2024.

¿Qué va a pasar ahora? Es posible que el grupo “oficialista” intente hacer alguna maniobra jurídica como podría ser una petición de amparo en contra de la reforma judicial. Si eso ocurre en las próximas horas, entonces tendría sentido su “acuartelamiento” de los últimos días. Una suspensión provisional del acto reclamado representaría un triunfo jurídico para Gamboa y sus incondicionales, pero significaría un acto de provocación a los otros dos poderes. Ya sólo eso falta.

Hoy dará su acostumbrada conferencia de prensa semanal la gobernadora Margarita González Saravia. Será pregunta obligada el tema del Poder Judicial. ¿Hubo ofertas económicas para que aceptaran la reforma judicial? ¿Es Javier Mújica su candidato como él dice? ¿Es Jorge Gamboa su consejero jurídico al grado de ser el encargado de corregir algunos puntos de la reforma judicial? ¿Rechazará al grupo de Giovanna Montero sólo porque su segundo apellido es Mercado?

Y lo más importante: ¿cuánto tiempo vamos a esperar los morelenses para que se pongan de acuerdo los 22 magistrados sobre el nombre de la persona que los va a representar?

HASTA MAÑANA.