Ya leí la denuncia de Lozoya ante la Fiscalía General de la República (FGR), lo cual no tiene ningún mérito, pues la querella circula en internet como si fuera un documento público. Podríamos decir que es un excelente artículo periodístico (incluso viene dividido con subtítulos), que nos permitirá saber a detalle cómo funcionaba “la mafia del poder”, pero que —desgraciadamente—no redundará en encarcelamientos, por lo menos no de “peces gordos” sino de los «charalitos» de ese mar de corrupción.
Hay párrafos que cualquiera diría que los escribió el mismísimo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, porque involucra solamente a aquellos personajes que todos sabemos que no quiere: Carlos Salinas, Felipe Calderón, Ricardo Anaya, José Antonio Meade, incluso uno de su equipo, Miguel Barbosa, y hasta una periodista, Lourdes Mendoza.
Esto último es realmente digno de análisis: ¿por qué señalar específicamente a una mujer (e incluso ponerla como acusada) por haberle regalado una bolsa por muy cara que ésta sea? ¿Por qué Lourdes Mendoza y no Adela Micha?
También nos llama la atención que menciona al periódico El Financiero, a quien dice que el gobierno apoyó con un crédito para el que no reunía los requisitos. ¿Por qué el Financiero y no Reforma, Milenio o El Universal que todos sabemos que fueron mucho más beneficiados?.
Le pido por favor leer lo siguiente:
“RECURSOS ADICIONALES PARA SOBORNAR AL PAN, DIFERENTES A LOS DE ODEBRECHT, PERO CON EL MISMO PROPÓSITO
En el marco de dicha reunión, Luis Videgaray Caso se alteró sensiblemente —ya había muchos compromisos con grupos empresariales extranjeros— y me reclamó respecto a por qué yo no había resuelto esa falta de recursos. Me exigió entonces que yo se los pidiera a otros contratistas de Pemex”.
¿Verdad que parece más un reportaje de Proceso o de Animal Político que una denuncia penal?
En otra parte de la denuncia, dice:
«Conforme a lo antes señalado, yo le pedí a Luis Weyll que apoyara la campaña y/o precampaña de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República y que para tales efectos Odebrecht aportara 6,000,000.00 (SEIS MILLONES DE DÓLARES AMERICANOS)».
«Así mismo, le dije a Luis Weyll que esa petición venía directamente del entonces candidato Enrique Peña Nieto y que Odebrecht se vería beneficiado cuando ganara», se lee en el documento.
Lozoya agrega que hizo dicha petición a Luis Weyll puesto que el jefe de este, Marcelo Odebrecht, le había hecho ese ofrecimiento a Peña desde que fue gobernador del Estado de México.
«En el marco de esa conversación, Enrique Peña Nieto señaló que el contacto para recibir dicho apoyo económico sería Luis Videgaray Caso quien, aunque no se encontraba presente, se sabía que era su persona de mayor confianza», agrega la denuncia que más bien pareciera un libro por la forma en que está redactado.
En México están ocurriendo cosas muy raras. Un día dice el presidente en su conferencia mañanera que estaría muy bien que el pueblo de México conociera el video donde se demuestra la corrupción, y a las pocas horas surge en una cuenta anónima de Youtube un video tipo René Bejarano.
Luego dice que estaría bien que se conocieran las declaraciones de Lozoya ante la Fiscalía General de la República y al rato el documento en PDF con el sello de recibido de la FGR rola en todas las redes sociales.
Y si bien es cierto que la querella no puede ser anulada en automático por haberse hecho pública, también lo es que habrá más consecuencias mediáticas, sociales y electorales, que jurídicas.
Ya lo estamos viendo: los señalados en ese documento ya comenzaron a deslindarse y hasta a amenazar a Lozoya con una demanda por daño moral. Y tienen razón, la ley les permite que exijan un pago cuando una afirmación les afecte en su imagen.
Ojalá nos equivoquemos, pero al final de cuentas esa querella quedará como un testimonio de cómo se puede saquear a un país impunemente, pues ninguno de los imputados los veremos tras las rejas. Quizás sí los empleadillos que se encargaron de entregar y recibir las maletas llenas de dinero.
Las acusaciones se irán diluyendo a medida que pase el tiempo, en amparos, revisión de amparo, y todo ese mar de recursos jurídicos que prevé nuestra ley, al que sólo tienen acceso quienes tienen dinero para pagar buenos abogados.
Pero el propósito de López Obrador se está cumpliendo. No hay nadie en la cárcel (más que Rosario Robles, por no haber acreditado su domicilio, no por la estafa maestra, que quede claro) pero los partidos de oposición están en la lona.
Sólo votarán por el PRI y el PAN aquellos ciudadanos que estén convencidos de que la corrupción es aceptable cuando “salpica”, y que más vale tener en el gobierno a corruptos que a pen…tontos.
La denuncia en comento pareciera ser la venganza de Lozoya contra Videgaray y otros funcionarios cercanos a Peña Nieto, aderezada con algunas recomendaciones del presidente de la República (“tienen que involucrar a CSG a como dé lugar, y de pasada también a Barbosa, por irrespetuoso”, pareciera haberles dicho), a sabiendas de que jurídicamente no tiene mucho valor, pero como tema de sus conferencias mañaneras es un verdadero banquete.
Nos da la impresión de que en su testimonio dejan muchos nombres fuera. No aparece para nada el entonces gobernador de Morelos, Graco Ramírez Garrido, quien fue uno de los más férreos defensores de la reforma energética. Ni modo que no haya pedido “una maletita” para gastos de representación en su cabildeo con gobernadores perredistas que gustosos aceptaron el proyecto priísta.
O quizás esto apenas sea al comienzo.