Priístas vs priístas

Jesús Castillo

Tanto a nivel nacional como en el estado de Morelos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se debate en un proceso de depuración interno como consecuencia de los malos resultados obtenidos en las pasadas elecciones. En el Comité Ejecutivo Nacional piden la salida de Alejandro Moreno Cárdenas y en Morelos quieren que se vaya su pupilo Jonathan Márquez Godínez.

El problema es que quienes quieren su salida, están igual o más desprestigiados que los actuales.

Después del seis de junio surgió un movimiento autodenominado “Lider”, que estableció tres puntos petitorios:

1.- La inmediata convocatoria a la Asamblea Nacional del PRI, “con carácter refundacional”;

2.- El relevo de la dirigencia nacional del partido, cuyos integrantes resultaron electos como diputados federales. El momento que vive el PRI exige de una dirigencia de tiempo completo.

3.- La integración de un observatorio militante para vigilar la adecuada conducción de la fracción parlamentaria del PRI en la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

Al frente de ese movimiento se encuentra un viejo priísta, José Encarnación Alfaro, quien a través de diversos artículos publicados en medios de comunicación nacional, ha sostenido que a la luz de los resultados de la jornada electoral del 6 de junio, queda claro que Alejandro Moreno no fue congruente con la protesta estatutaria rendida al asumir el cargo de presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.

“No fue honesto ni leal a los altos intereses del partido al aprovechar el cargo para colocar a sus incondicionales, amigos y familiares en las candidaturas de representación proporcional, pasando por encima de las disposiciones estatutarias y atropellando valiosos liderazgos regionales”.

Y remata:

“Porque nadie puede admitir como eficiencia electoral haber perdido en las 15 elecciones de gobernaturas, incluidos los 8 estados que gobierna el PRI. Tampoco se puede cantar como victoria haber ganado tres diputaciones más o haber perdido un millón de votos con relación a la elección de diputados federales de 2018; o haber ganado 19 diputaciones en la alianza “Va por México”, de las cuales en 17 no habría ganado el PRI sin los votos del PAN y del PRD”.

En política, una condición para gozar de credibilidad y de autoridad moral, tanto en un plano individual como en uno de dirigencia, es la congruencia de las acciones; congruencia que no significa mera coherencia lógica entre los compromisos que se asumen y los resultados que se presentan, sino que tiene que ver con la altura de miras y la estatura ética de quien la ejerce.

Por congruencia renunciaron a su respectivo cargo de dirigencia nacional Manlio Fabio Beltrones y René Juárez frente a los resultados electorales adversos de 2016 y 2018.

Ahora bien, en el plano estatal Jonathan Márquez Godínez tampoco puede presumir de buenos resultados.

Ganó dos Ayuntamientos: Xochitepec, con Chalo Flores, en un municipio en el que el PRI se ha mantenido en los últimos trienios; y Huitzilac, donde triunfo “de chiripada” el hijo de Rafael Vargas, un ex alcalde.

A nivel nacional “Alito” quedó como diputado federal plurinominal y metió a sus cuates en esa misma lista: Alma Carolina Viggiano, Ricardo Aguilar Castillo, Lorena Haro Ramírez y Pablo Guillermo Angulo Briceño, entre otros.

En Morelos, Jonathan Márquez le dio la diputación plurinominal a Eliasib Polanco Saldivar, ex delegado de la Secretaría de Comunicación y Transportes en Campeche durante el periodo en que Alejandro Moreno fue gobernador. Negociazos que hicieron con la construcción de carreteras.

Y en Cuernavaca la regiduría uno ya estaba destinada a Jorge Meade Jr., de no ser porque Rafa Cepeda amenazó con hacer un escándalo y contó con el apoyo del candidato Cipriano Sotelo.

Hace una semana vinieron a Morelos los que encabezan la disidencia al interior del PRI. Ahí estaban el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, Encarnación Alfaro y una señora de nombre Nallely Gutiérrez Gijón. ¿Quién creen que era el anfitrión? Pues César Cruz Ortíz, quien unos días antes se desempeñaba como coordinador de campaña del candidato PERREDISTA a la presidencia municipal de Cuernavaca, Jorge Arizmendi.

La conferencia de prensa estuvo a punto de terminar en trifulca, pues unos “militantes espontáneos” comenzaron a cuestionar a los antes mencionados sobre su representatividad para encabezar dicho movimiento de insurrección al interior del tricolor. Obvio que fueron enviados por el Comité Directivo Estatal.

No tardó la reacción de la fracción oficialista del PRI. Surgió un comunicado que decía que “los sectores y organizaciones del Partido Revolucionario Institucional (PRI) reiteramos nuestro respaldo al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de este instituto político, ante los embates realizados por el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, y por Nallely Gutiérrez Gijón. Es de señalar que ambos personajes cuentan con una trayectoria cuestionable y han estado vinculados a tratos con Morena para desestabilizar a nuestro partido desde hace un par de años”.

En el caso de Gutiérrez Gijón, señalaban que el haber apoyado a candidatos de otros partidos distintos al PRI la hace merecedora de la expulsión, sobre todo cuando hay evidencia fotográfica en la que la ex Secretaría de Vinculación del PRI hace evidente su proselitismo a favor de contendientes de Morena, del Partido Encuentro Social (PES) y de Movimiento Ciudadano (MC).

“En estos momentos, sería pertinente preguntar a Nallely Gutiérrez qué actividades realizó para conseguir votos para el Revolucionario Institucional en las pasadas elecciones del 6 de junio. Es evidente que ha sido aleccionada para lastimar la estructura del Partido de México, con la intención de favorecer a Morena, al tiempo que demuestra su débil pertenencia partidista al mostrar su enojo por no haber sido considerada para una candidatura o puesto en el PRI nacional.

“En el caso del exgobernador, sus tratos con gente cercana a Morena, evidencia la manera de operar del exfuncionario, quien ha buscado ya la presidencia del CEN, para ceder el control de este instituto político a los morenistas. Es importante considerar las investigaciones abiertas por presunta corrupción durante su ejercicio de gobierno en Oaxaca y por el presunto vínculo con la muerte de activistas y periodistas en dicha entidad”.

En resumen, los dos grupos que se disputan la dirigencia del otrora “partido aplanadora” tienen una larga cola para pisarles y se evidencia que lo único que buscan son precisamente las posiciones plurinominales que es lo único a lo que pueden aspirar.

En nuestra opinión, tardará todavía más de una década para que el PRI pueda convertirse en una auténtica oposición al nuevo partido “aplanadora” que es el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

HASTA MAÑANA.