Jesús Castillo
En el marco de la guerra sucia emprendida primeramente por una fracción del PAN y después por el equipo de los partidos contrincantes, uno de los argumentos que utilizaron para tratar de desacreditar al candidato José Luis Urióstegui Salgado fue decir que no es morelense, sino guerrerense. No tomaron en cuenta que miles de votantes nacieron en el vecino estado, o son descendientes de guerrerenses que emigraron hace muchos años y encontraron cobijo en tierras morelenses.
Ya lo dijo Graco Ramírez: “Morelos es el más pequeño de los municipios de Guerrero”.
La hermandad de Morelos y Guerrero quedó de manifiesto una vez más ayer en un desayuno organizado por Gerardo Silva y Javier Vargas, quienes encabezan una agrupación de guerrerenses radicados en Morelos, contando con la presencia de dos ilustres oriundos de esa entidad: Alberto López Rosas y Marcelino Miranda Añorve, y por supuesto el presidente municipal electo de Cuernavaca.
Alberto López Rosas, presidente municipal de Acapulco en el periodo 2002-2005 y ex procurador de justicia de Guerrero, le dijo al futuro alcalde de la capital que gobernar es “tocar las puertas del cielo pero también las brasas del infierno”.
El ex secretario de Gobierno de Guerrero, ex diputado federal por aquella entidad y vecino de Cuernavaca desde hace 16 años, Marcelino Miranda Añorve, dijo que gobernar actualmente es muy complejo, pues sufrimos de tres crisis al mismo tiempo: la de inseguridad pública, la del sistema de salud y la económica.
Ante ello, y comparando a la sociedad con un cuerpo humano que está agonizante, deben buscarse a los mejores médicos para que intervengan quirúrgicamente al paciente y le devuelvan la salud. De la misma manera, los gobiernos deben tener a funcionarios eficaces y eficientes.
Enseguida, hicieron uso de la palabra diversos invitados que son ejemplo de guerrerenses que llegaron hace muchos años a esta entidad y han salido adelante en las diferentes actividades económicas, dando trabajo a infinidad de morelenses.
Uno de ellos fue Laurencio Díaz Morales, dirigente de una agrupación de radiotaxis, así como Indalia Alvear Pérez, representante de mujeres empresarias, quien recordó que llegó a Cuernavaca a la edad de ocho años procedente de Tierra Caliente.
Pero también participaron morelenses como José Alberto Pérez Apaez, rector de la Universidad Interamericana, quien reconoció que la situación en que el nuevo alcalde recibirá Cuernavaca es difícil pero no imposible de solucionar, “y yo creo que si todos trabajamos juntos podremos recuperar aquella ciudad en la que podíamos jugar en la calle cuando éramos niños, lo que nuestros hijos y nuestros nietos desgraciadamente ya no lo pueden hacer, pero debemos trabajar por cumplir ese sueño”.
Hasta José Luis del Valle Adame, quien fue diputado federal por el Partido Acción Nacional hizo uso de la palabra para mencionar que “en la democracia todos somos corresponsables por el bien común. Creo que aquí no hay ni glorias ni infiernos, simplemente servir a la comunidad; servir con ahínco, con vehemencia, a la comunidad”.
También hizo uso del micrófono Rodolfo Gil Braun, un elemento de la Secretaría de Protección Ciudadana de Cuernavaca, oriundo de Acapetlahuaya, que encabeza a un grupo de policías de diferentes municipios que buscan profesionalizarse, y que aprovecharon las becas ofrecidas por la Universidad Interamericana y gestionadas por Javier Vargas cuando era director jurídico de la corporación para estudiar la carrera de Derecho.
Fiel a su costumbre de hablar sin tapujos, Enrique Rodríguez Zagal, mejor conocido como “El Cancún”, le advirtió a Urióstegui que “tienes que cuidarte mucho de la gente que está a tu alrededor y que te ha acompañado, porque son los primeros que van a hablar mal de la presidencia si no les toca un espacio”.
Al final habló el alcalde electo. José Luis Urióstegui Salgado recordó que aunque no nació en el estado de Guerrero, muchas veces acompañó a sus padres al panteón de su pueblo natal a limpiar las tumbas donde descansan todos sus antepasados, y aprovechaban para comprar el pan de caja, la calabaza en conserva y más grande, el delicioso mezcal de aquella región.
“Dicen que no saben si felicitarme o darme el pésame. Dicen que me saqué la rifa del tigre, y les contesto que yo compré todos los boletos porque quería al tigre, lo he querido desde hace años, pero no como ego para tratar de domarlo sino porque sé que junto con su servidor hay mucha gente trabajando por la ciudad y que va a poner el máximo de su esfuerzo para lograr que ese tigre no sólo sea domado sino que nos sirva para enseñarlo en otras latitudes y demostremos que Cuernavaca sigue latiendo, sigue viva, y con una gran proyección histórica que hemos venido acumulando desde hace más de 3500 años cuando los olmecas decidieron asentarse ahí por Gualupita”, dijo.
Y agregó:
“Hay muchos factores que mucha gente tomó en cuenta al momento de votar y que nos tiene hoy celebrando ese resultado: primero, el arraigo; segundo, la coincidencia de formar una comunidad fuerte y sólida asentada en este territorio que no permitió imposiciones, que dijo ‘no queremos más gente de afuera, queremos gente de aquí´. Y eso no es un mérito mío, es un mérito de ustedes.
“Así que no puedo presumir de un resultado que casi 48 mil personas construyeron, porque no llegué a ese número en campaña. Llegué de manera personal a varios miles pero muchas y muchos de ustedes se encargaron de transmitir, de convencer, de hacer que la gente fuera a la urna a expresar a través del voto el deseo de que Cuernavaca se transforme aportando también su esfuerzo.
“Y no les vamos a defraudar, porque así como me vieron transitar en varias áreas de gobierno –a veces coincidiendo con algunos pero con otros no sólo no coincidiendo, sino incluso chocando- encontraremos la manera de solucionar conflictos, porque no aspiramos a un conflicto permanente que nos divida, aspiramos a que la expresión de ideas que a veces se contrastan nos lleve a coincidencias que nos fortalezcan”.
Ya falta menos para pasar de las palabras a los hechos.
HASTA MAÑANA.