Jesús Castillo
El pasado viernes tres juezas declararon culpable del delito de violación al psicólogo Ulises Raúl Ruiz Morales, catedrático de la UAEM, y hoy será la audiencia en la que se determinará a cuántos años de cárcel será sentenciado.
Las feministas (sin conocer los hechos) celebraron la resolución; la comisión independiente de los Derechos Humanos reconoció que se actuó “con perspectiva de género”; ya Gabriel Rivas canceló las marchas que pensaba hacer y hasta la buena imagen del Tribunal Superior de Justicia quedó intacta. Todos contentos.
Pero aquí quisiera hacer una pregunta a título personal:
¿Y si Ulises Raúl fuera inocente?
Ayer platicamos con el abogado Carlos Moctezuma, defensor particular del profesor, quien nos explicaba que no hay una sola prueba contundente de que la mujer fue violada, más que el dicho de ella misma.
Es decir, que si una mujer –por cualquier motivo- declara que usted estimado lector, su hijo o un amigo, abusó sexualmente de ella, puede ir varios años a la cárcel, sin necesidad de probar que ocurrió el delito.
Y es que, según la Fiscalía General de Justicia del Estado, el 26 de enero de 2021 la paciente víctima acudió como de costumbre a su sesión de terapia con Ulises Raúl “N” por una fuerte depresión que presentaba, pero “tras conversar de ello por unos minutos, él la habría forzado a practicarle sexo oral, luego le ordenó que se retirara y la dio una nueva cita”.
“Asimismo –informó la FGJE- un familiar de la víctima notó que ya no acudía con el psicólogo pero que no presentaba mejoría, al cuestionarle la causa, la agraviada confesó con lágrimas la agresión sexual que sufrió por el acusado”.
Luego vino la denuncia ante el Ministerio Público, y con el sólo dicho de la víctima, se judicializó la carpeta de investigación y se giró la orden de aprehensión.
Así, un buen día llegaron los elementos de la Policía de Investigación Criminal hasta su consultorio en el centro de la ciudad y se lo llevaron para internarlo en el Penal de Atlacholoaya. Desde entonces, su esposa, su hermana y su madre se han dedicado a tratar de demostrar su inocencia.
Se llevó a cabo el juicio y el abogado argumentó ante la Juez las consideraciones jurídicas por las que su defendido debía ser dejado en libertad. Desafortunadamente el supuesto delito ocurrió en un consultorio cerrado, sin cámaras de grabación, y de una forma que es muy difícil de comprobar. Si se tratara de una violación típica habría huellas en el cuerpo, laceraciones intravaginales, restos de esperma, etc., pero ¿cómo probar una violación por la cavidad oral si la denuncia no es inmediata?
Lo único que queda es creerle a la víctima y así le hicieron las juezas Nancy Aguilar Tovar, Gabriela Acosta Ortega y Patricia Soledad Aguirre Galván.
Aquello de que toda persona es inocente hasta que se le demuestre lo contrario no aplicó aquí. Por el contrario, el psicólogo fue declarado culpable desde el principio y él tenía que demostrar que no ocurrió el hecho que le imputan.
Es cierto que históricamente las mujeres han sido agredidas por el sexo opuesto, y que eran revictimizadas cuando denunciaban, pero –insistimos, y la pregunta va para las juezas ya mencionadas- ¿y si en este caso cometieron una injusticia?
Ciertamente queda la segunda instancia y el amparo, y existen muchas posibilidades de que se revierta la sentencia, pero ¿quién le va a devolver la vida que le destrozaron?
HASTA MAÑANA.