Hoy viene Lenia, la “nueva presidenta” de la SCJN

Hoy está anunciada la presencia de Lenia Batres Guadarrama en la Plaza de Armas de Cuernavaca a partir de las 19:00 horas. Es la próxima presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sólo falta que se cumpla con el trámite del próximo uno de junio, cuando los militantes de Morena deberán salir a votar por ella para cumplir el último deseo de Andrés Manuel López Obrador antes de dejar la Presidencia de la República.

Por eso es que, siendo una de las 64 personas legalmente registradas para buscar una posición en el Pleno de la SCJN, ella en particular recibe inusitados apoyos en materia de logística en todos los estados donde gobierna Morena. Es una elección hecha a modo no sólo para que la llamada “ministra del Pueblo” llegue al máximo tribunal del país, sino para que lo presida, pues la Ley establece que el presidente o presidenta ya no será electa por el voto de la mayoría de sus compañeros, sino que -en automático- dicho cargo recaerá en la persona que haya obtenido un mayor número de votos.

A pesar de que Claudia Sheinbaum dijo en su primera entrevista como presidenta electa que la Reforma Judicial sería una de las primeras acciones prioritarias de SU gobierno, Andrés Manuel López Obrador ordenó que el proceso se hiciera dentro de SU mandato, y obviamente los senadores y diputados federales lo aceptaron sin chistar. “Ese será su regalo de despedida que le daremos al compañero presidente”, dijo conmovido hasta las lágrimas el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, el 24 de agosto en el zócalo de Tepoztlán, en uno de los “foros” organizados por Morena para socializar la reforma.

Hoy, todo está listo para el proceso electoral que habrá de legitimar el apoderamiento del Poder Judicial Federal por parte de la llamada 4T, para que lleguen ministros y magistrados (parece que dejarán la elección de jueces de Distrito libre), con la característica con la que AMLO designó a su gabinete: 90% lealtad, 10% conocimientos.

Y bajo esa premisa la que encaja perfectamente en el perfil para la presidencia de la SCJN se llama Lenia Batres Guadarrama, quien nació el 5 de abril de 1969 en la Ciudad de México, en el seno de una familia de nivel socioeconómico medio, pero profundamente involucrada en la política de izquierda.

Hermana del político Martí Batres, actual jefe de Gobierno de la capital del país, creció en un entorno donde la militancia social, la lucha por los derechos ciudadanos y la crítica al sistema formaban parte del ambiente cotidiano.

Desde muy joven, Lenia Batres se inclinó por las causas sociales. Se formó en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una institución históricamente ligada a los movimientos estudiantiles y sociales. En sus años universitarios, se identificó con posturas críticas frente a las instituciones tradicionales del Estado, una actitud que conservaría a lo largo de su trayectoria política.

Durante las décadas de 1990 y 2000, participó activamente en el movimiento urbano popular, enfocándose en temas como la defensa del patrimonio, el acceso a la vivienda y el desarrollo urbano sustentable. Su activismo la llevó a involucrarse con el entonces naciente movimiento político que impulsaría a Andrés Manuel López Obrador como líder de una nueva izquierda mexicana.

Con el tiempo, Lenia Batres ocupó diversos cargos públicos y de representación política. Fue diputada local y asesora legislativa, y participó como funcionaria en el gobierno capitalino en temas relacionados con justicia y desarrollo urbano. Su lenguaje siempre fue directo, muchas veces combativo, y su enfoque político se mantuvo alineado con la llamada “cuarta transformación” encabezada por López Obrador.

En diciembre de 2023, Lenia Batres fue propuesta por el presidente para ocupar una vacante en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Su nombramiento, aprobado por el Senado, fue motivo de fuerte controversia. Diversos sectores cuestionaron su cercanía con el poder ejecutivo, su limitada trayectoria en el ejercicio judicial y sus posturas abiertamente políticas en temas jurídicos. Sin embargo, ella defendió su nombramiento como parte de una transformación histórica que, en sus palabras, “llevará la voz del pueblo a la Corte”.

La ministra Batres, quien llegó al cargo no por méritos jurídicos sino por obediencia política, ha demostrado una y otra vez que el Derecho no es precisamente su fuerte. Lo suyo, más bien, es la retórica populista y la repetición disciplinada de los discursos de Palacio. ¿La Constitución? Un adorno incómodo que estorba cuando se trata de “transformar” al país con la vara mágica de la obediencia ciega.

Y si el desconocimiento de las leyes ya era preocupante, el uso de recursos públicos para promover su nombre como aspirante a la Corte debería escandalizar a cualquiera con una pizca de decencia democrática. ¿Cuántos eventos organizó con dinero del erario para presentar su “proyecto”? ¿Cuántas entrevistas, giras, y despliegues mediáticos costeados con presupuesto federal? ¿Cuánta propaganda disfrazada de informe?

Todo esto, mientras se vendía como la ministra “del pueblo” (que afortunadamente el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual le negó, si no, se habría apropiado de esa marca). Qué curioso que el pueblo nunca fue invitado a revisar su currículum, ni a evaluar su nula experiencia como jueza, ni a opinar sobre sus exabruptos legales que harían sonrojar a cualquier estudiante de primer semestre de Derecho.

Uno de sus “momentos estelares” fue cuando afirmó que ciertos principios constitucionales eran “interpretaciones neoliberales”. O sea, según la ministra Batres, la ley debe moldearse al humor del Ejecutivo en turno, no al revés. La división de poderes, para ella, es un estorbo innecesario. Y claro, en este país donde todo se polariza, criticarla es “estar en contra de la transformación”.

En esta columna hemos sostenido que no estamos en contra de la reforma judicial, sino en contra de la forma en que se está haciendo, al mandar a los aspirantes a jueces a repartir trípticos y a prometer lo que saben que no podrán cumplir, porque los juzgadores no tienen que ser populares, sino simplemente aplicar la ley.

HASTA MAÑANA.