Jesús Castillo
Escribimos la presente columna el sábado por la noche, por lo tanto, no teníamos en lo absoluto la posibilidad de saber quién ganaría la elección de ayer domingo, lo que hoy lunes quizás ya se sepa o por lo menos existe una tendencia sobre el comportamiento del voto en esta jornada electoral.
Sin embargo, para los efectos que pretendemos no es importante el nombre ni el partido de quien haya obtenido la mayoría de sufragios ayer domingo. De todos modos las circunstancias son las mismas. Por eso es que nos dimos a la tarea de escribir la presente “carta al presidente municipal electo de Cuernavaca”:
Señor presidente municipal electo. Primeramente reciba nuestra felicitación por haber logrado el mayor número de votos en la elección más atípica de la que tengamos memoria, en la que hubo 19 candidatos de 23 partidos políticos legalmente reconocidos, lo que provocó la pulverización del voto.
A lo anterior habría que agregarle el factor del miedo a contagiarse de la terrible enfermedad que se ha llevado a la tumba a funcionarios del Impepac, a candidatos y hasta compañeros de los medios de comunicación. Seguramente a estas alturas ya se sabe cuál fue el porcentaje de abstencionismo registrado este domingo seis de junio.
Seguramente –señor alcalde electo- ya celebró junto con su equipo de trabajo este gran triunfo, y lo seguirán haciendo los próximos seis meses hasta que asuma el cargo el primer minuto del 2022. Qué bueno que así lo hagan, pues la gente que trabajó en la campaña está exhausta y se merece el festejo.
Pero después de que se hayan cansado de festejar, habrá que pensar en la responsabilidad que se les viene.
Ya pasó la etapa de prometer, ahora hay que cumplir. En sus discursos de campaña usted prometió resolver casi todos los problemas de nuestra ciudad de Cuernavaca y en esos momentos usted parecía muy confiado en conocer perfectamente la problemática y tener la solución, así que ahora no nos vaya a salir con que “viéndolo bien no está tan fácil como pensaba”.
Le vamos a ayudar un poco. Tenemos 45 años viviendo en esta ciudad y, además, nuestra actividad periodística nos ha permitido empaparnos bien de la problemática que aqueja al Ayuntamiento, además de que en varias ocasiones nos desempeñamos como servidores públicos de esa institución municipal.
El principal problema del Ayuntamiento de Cuernavaca es que la nómina está mega-inflada. Desde hace muchos años cada alcalde que llega se ve obligado a inflar más la plantilla de trabajadores para cumplir los compromisos adquiridos en campaña, pero tiene que mantener a los sindicalizados que creen tener una especie de fuero que impide prescindir de sus servicios.
Por si esto fuera poco, cada tres años varios trabajadores de confianza pasan a ser sindicalizados, lo que es una costumbre muy recurrente en todos los Ayuntamientos de esta entidad. Y si no son sindicalizados, tramitan una jubilación con cargo al erario municipal, o sea que es un barril sin fondo.
El segundo problema es que Cuernavaca está súper endeudada. El presupuesto se va entre pago de intereses de la deuda y pago de salarios, así que no queda prácticamente nada para obras. La gente votó por usted porque espera que ya no siga endeudando más al municipio, porque hacer obras con dinero que van a pagar sus sucesores cualquiera puede.
El otro grave problema es que -por deudas- la CFE le quita la energía eléctrica a los pozos que distribuyen el vital líquido y por eso no llega el agua a las casas y la gente se molesta y bloquea las calles. Pero esa deuda es prácticamente impagable.
Ahora bien, de acuerdo a nuestras investigaciones, no se tiene una cifra de usuarios que pagan el servicio de agua, por lo que no hay forma de saber cuál es la cantidad total de dinero que entra.
La basura es otro de los problemas. Son muchos los millones de pesos que paga el municipio a la empresa que tiene la concesión para la prestación del servicio de recolección de desechos sólidos.
¿Y qué tal el problema de la seguridad pública? La comisión de delitos nunca se va a acabar porque necesitaríamos un policía para cada ciudadano para garantizar que no haya robos, y aun así no podríamos evitar homicidios y otros crímenes.
Nosotros hemos venido sosteniendo en esta columna que la delincuencia (tanto organizada como la común) tiene su propia agenda sin importar el nombre del presidente municipal ni el partido que lo llevó al cargo. Lo más que se puede hacer es reducir o mantener los indicadores de inseguridad pública, porque acabar con ella es una utopía.
A lo largo de la historia se ha venido jugando con el tema de a quién debe pertenecer la Policía. Hace 23 años se vendió la “municipalización” de la Policía como la panacea que resolvería los problemas de todos los municipios. Posteriormente, el gobierno de Graco Ramírez nos prometió resolver los problemas con una Policía de Mando Único, misma que refrendó el actual gobierno pero le cambió el nombre a Policía de Mando Coordinado.
Ni una cosa ni otra es la solución completa. La seguridad pública es una lucha diaria que requiere la participación de todos, pero debemos estar conscientes de que nadie está totalmente a salvo.
Esos son solamente algunos de los problemas que afectan a la ciudad capital. Falta hablar de los baches, del mercado ALM que nadie ha podido meter en cintura, de la corrupción en la mayoría de los departamentos relacionados con la supervisión de comercios, sin embargo, consideramos que son menos difíciles de resolver.
Si usted, presidente municipal electo, logra resolver por lo menos tres de esos graves problemas que hemos mencionado en la presente columna, se estará convirtiendo en el candidato natural al gobierno de Morelos en el 2024. Si no, tendremos que reconocer que –una vez más- los cuernavacenses hemos sido timados.
HASTA MAÑANA.