En la columna de ayer mencionamos el caso de Marcos Zapotitla Becerro, un indígena que nació en las condiciones económicas más precarias, y que de pronto se vio convertido en diputado local, lo cual literalmente lo hizo perder la razón y hoy espera sentencia por dos de los delitos que le imputaron dos de sus colaboradoras, lo cual no sería tan grave si no fuera porque un juez le impuso como medida cautelar la prisión preventiva.
“Quien no tiene y llega a tener, loco se quiere volver”, reza un dicho popular que le queda a la perfección a este sujeto proveniente de la comunidad indígena de Tetelcingo, que sometió a sus colaboradoras a tal tortura que tuvieron que tomar terapia para superarlo.
Sin embargo (y suponiendo que Zapotitla estará un buen tiempo tras las rejas), la duda que nos queda es ¿cuántos como él quedan en los tres niveles de gobierno y tres poderes del Estado?
Me explico: la llamada Cuarta Transformación llevó al poder a algunas personas preparadas psicológica y académicamente para encargarse de tomar las decisiones del más alto nivel en este estado, pero entre ellas “se colaron” otras que son verdaderos “psicópatas en potencia”, que nunca pensaron tener el poder y que ya se están transformando.
Veamos: en el Poder Legislativo ya llevan siete meses en el cargo, suficientes para cambiar su forma de vestir, de comportarse con sus subordinados y en general con la gente. Nos da curiosidad saber si han cambiado en su forma de ser -por ejemplo- el que fuera ayudante municipal de Acapantzingo; la maestra de escuela que “se sacó la lotería sin comprar boleto” y que quedó de plurinominal gracias a la paridad de género, o bien, si aquella mujer que manejaba el sistema de agua potable de la colonia “Rubén Jaramillo” sigue siendo igual de humilde ahora que encabeza uno de los tres poderes.
En el Poder Ejecutivo llevan cinco meses en el cargo y la prueba más evidente de que hubo algunos que prácticamente enloquecieron con un poco de poder fueron Andrés Bahena y Josué Fernández, efímeros coordinadores del Sistema DIF y de Movilidad y Transportes. Salieron finos para recibir dádivas y tontos para disimular, por eso es que duraron muy poco.
En el Poder Judicial, donde hay magistrad@s que ya estaban y otros que vienen llegando, al parecer enloquecieron al saber que el puesto que les costó millones de pesos apenas les va a durar un par de años más, si bien les va. Esa disputa por el poder (no solamente en el Tribunal Superior de Justicia sino también en el de Justicia Administrativa, donde están a un paso de llegar a los golpes), los tiene mal psicológicamente y much@s de ell@s se desquitan con su personal.
Piense usted, estimado lector o lectora, en los funcionarios que conoce y verá que hay varios o varias que han sufrido “el síndrome del tabique”, pues nunca imaginaron llegar a una de estas posiciones tan importantes y adoptan actitudes como la de traer chofer, escolta y una secretaria que le cargue la bolsa y le traiga su café del Starbucks. Patético.
Lo peor de todo es que esa transformación afecta a la gente de su círculo más cercano, es decir, la familia y las personas que trabajan directamente con ellos. Bien dicen que hay que observar muy bien cómo se conducen los jefes con su chofer, con su secretaria, con la señora que hace la limpieza, pues con esos detalles se conoce qué funcionario es buena persona y cuál es un ser despreciable.
La psicóloga que denunció al diputado Zapotitla nos explicaba que lo peor que le puede hacer un funcionario a una subordinada es hacerle ver que todo lo que ha estudiado no sirve para nada.
“Cuando la violencia o el agresor te empiezan a convencer que realmente tú no eres capaz de cumplir con tu trabajo, que el conocimiento que tienes no es válido, que la seguridad que siempre proyectabas empieza a caer por todos los comentarios que hace sobre tu persona, sobre tu economía, sobre tu físico, sobre la forma como te vistes, y que tratan de controlarte hasta a quienes hablarles y a quienes no, eso termina por acabarte psicológicamente”.
Lo peor es cuando ese sujeto (en este caso Zapotitla), empieza a caer en la paranoia (como se dice coloquialmente “ve moros con tranchete”) y desconfía de todo mundo, pues sospecha que sus enemigos políticos están por todos lados y tratan de afectarlo de mil formas.
Uno de los ejemplos más claros de la Paranoia es lo que ocurrió con el fiscal Uriel Carmona, quien sospechó que pretendían atentar contra su vida los ocupantes de un vehículo que se le emparejó cuando se dirigía de la oficina a su casa sobre la autopista Acapulco-México, hechos ocurridos el jueves 5 de agosto de 2021.
Los estudiantes Israel Rodríguez Sánchez y Javier Díaz Vázquez, de 18 y 20 años, viajaban en un auto Volkswagen, Vento Gris, cuando fueron interceptados por escoltas del fiscal general del estado, golpeados y sometidos, para después ser presentados ante un juez de control acusados de “tentativa de homicidio y daños”. Después, ya no sabían cómo parar el escándalo mediático pues nadie creyó que un par de jóvenes desarmados (de hecho, venían en boxers porque regresaban de un balneario), pretendían atentar contra un funcionario que viajaba en una camioneta blindada seguida de otra llena de escoltas.
En fin. Tanto Zapotitla como Uriel Carmona ya no están, pero seguramente hay muchos casos parecidos que quizás nos quieran comentar en nuestro correo electrónico jescas70@hotmail.com.
UNA CANDIDATA A MINISTRA VISITA CUERNAVACA. – Este martes 11 de marzo estará en nuestra entidad la magistrada del Poder Judicial Federal, Dra. Paula María García Villegas Sánchez Cordero, candidata a ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por voto popular el próximo 2 de junio. Viene a presentar una ponencia con el tema “La Reivindicación de los Pueblos Originarios” y la cita es a las 9:30 en el auditorio Jaime Torres Bodet, de la Universidad Interamericana (UNIT) que encabeza el Contador Público, José Alberto Pérez Apaez.
HASTA MAÑANA.